MANUEL DÍAZ APONTE
Varias generaciones
leímos las narraciones del Pato Donald,
valioso texto de la literatura política de la década del setenta que nos
hizo conocer mejor el tortuoso proceso de descolonización y su repercusión en
América Latina, fundamentalmente en sus implicaciones con las culturas de
masas.
Un gran aporte de sus
autores Ariel Dorfman y Armand Mattelart, de orientaciones marxistas que
profundizaron en el análisis sobre las historietas cómicas difundidas por Walt
Disney para el mercado latinoamericano.
“La máquina de las
ideas” y “El tiempo de las estatuas muertas”, corresponden a los capítulos
quinto y sexto del libro “Para leer al Pato Donald”, que se adelantó en su
interpretación a lo que hoy en día es una extraordinaria estructura del
entretenimiento y de la creatividad con sede principal en Orlando, Florida.
Mattelart, de origen
belga, ha visitado la República Dominicana en labores académicas y
profesionales. Tuve el honor de asistir a uno de sus seminarios sobre
comunicación y cultura de masas impartidos en el país a comienzo de la década
del ochenta, con el auspicio de la Universidad Autónoma de Santo Domingo
(UASD).
En su texto:
“Multinacionales y sistemas de comunicación” publicado en 1976, este brillante
intelectual del mundo conecta inteligentemente con una visión futurista sobre
la dominación cultural y la diversidad de los aparatos ideológicos del
imperialismo.
Cuando nadie se atrevía
a pronosticar los alcances y consecuencias de la tecnología de punta en el
ámbito comunicacional y del predominio de Estados Unidos con el uso de los
satélites en el espacio, ya Mattelart hacia con evidente destreza sus
predicciones.
Al abordar el
predominio de las multinacionales de la publicidad, Mattelart cita que en”1970 los
norteamericanos se embolsaron más del 62% del presupuesto publicitario
mundial”.
Revolución
Tecnológica
Las redes sociales
ocupan un espacio de primera dimensión entre la humanidad, llegando a sustituir
en gran medida los contactos físicos entre familias, amigos y relacionados. En
estos días de Navidad y espera del Año Nuevo esta realidad se pone de
manifiesto.
Desde las esferas
políticas, eclesiásticas, diplomáticas, económicas, sociales y profesionales se
transmiten mensajes exponiendo “buenos deseos y positivos augurios” para el
2016.
Ya no es imprescindible
llamar por teléfono o acudir físicamente al hogar de un familiar o amigo para
felicitarle por el inicio del nuevo año. La Internet ha reducido la distancia y
ha acelerado el ritmo de vida que llevaban nuestros antepasados.
Una foto acompañada de
un breve texto puede ser la diferencia para estar en contacto vía Online con
familiares, amigos o relacionados.
El éxito y expansión de
la Internet en el mundo se debe entre otros factores a la rapidez de su enlace
con el objeto seleccionado, así como la visualización en tiempo real de nuestra
conversación.
Realidad al desnudo
Por naturaleza el ser
humano disfruta proyectar lo que hace y las
circunstancias en que ocurre. Y ese ha sido uno de los factores
decisivos en el incuestionable éxito de las redes sociales.
Ciertamente, una foto
algunas veces vale más que mil palabras, pero un texto mal escrito representa
un duro revés para la imagen de cualquier persona y particularmente de un
profesional que acudió a la Universidad en busca de conocimientos.
No se concibe la
cantidad de errores gramaticales que diariamente aparecen en los mensajes
expuestos en las diversas redes sociales. Al margen del pobre contenido, hay
cantidades de palabras mal escritas; sin los correspondientes signos de interrogación y admiración, de las
comas, del punto y coma y las acentuaciones de lugar.
Ya no es solo el
profesor de un centro académico a quien le toca ser partícipe de la revisión
gramatical de los textos de sus alumnos, ahora el jurado es más amplio. Lo
tenemos en nuestro hogar, oficinas y en el diario vivir y hasta algunas veces
ignorando quien y desde dónde nos está leyendo.
Hay que pensar
primeramente antes de colocar un mensaje en la Internet porque podemos caer en
el desnudo sin habernos quitado la ropa.
Debemos seguir leyendo
y aprendiendo el difícil arte de escribir correctamente. De ahí, que comunicar
no es simplemente proyectar una foto en las redes sociales, es mucho más que
eso.
La democratización de
los espacios comunicacionales ayuda a tener el derecho de hablar o escribir.
Sin embargo, es absurdo creer que todo lo que se nos ocurra podemos exponerlo a
través de la Internet.
Hay fotos y textos
incorrectamente escritos que a nadie le interesa ver en las redes sociales.
Por ejemplo, ¿qué
sentido tiene difundir una imagen de un plato cargado de arroz, carne y aguate?
Jamás olvidar que no es
aconsejable cruzar la luz en rojo porque en la mayoría de los casos las
consecuencias son de dimensiones inimaginables.
¡Feliz 2016 con mucha
Paz para toda la humanidad!
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