A los ciegos, o a los
deficientes visuales, se les suele presentar como individuos que sufren una
discapacidad muy limitante. Vivimos, de hecho, en una sociedad donde reina la
cultura de lo visual. Este reinado se impuso con la instauración de las
televisiones en todos los hogares.
La aparición de ordenadores, internet y
dispositivos como teléfonos inteligentes o tabletas han contribuido a
intensificar la relevancia de los estímulos visuales en nuestras vidas. En este
contexto, no ver se percibe como un verdadero hándicap.
Pero no siempre lo es.
Es más, las personas ciegas, por su manera de relacionarse con el mundo
–consistente en usar más y mejor otros sentidos–, pueden desarrollar dotes muy
benéficas.
El afinado sentido del
tacto de los invidentes no ha pasado desapercibido en el campo de la medicina.
Así, el ginecólogo alemán Frank Hoffmann ha puesto en marcha en Duisburgo un
innovador programa en el que mujeres ciegas se ocupan de hacer las palpaciones
de senos para detectar tumores.
«Por su gran sentido del tacto, las
examinadoras ciegas pueden detectar más alteraciones en el pecho de las mujeres
que los ginecólogos y, además, las alteraciones que detectan son más pequeñas»,
afirma Stefan Wilhelm, uno de los encargados de la gestión del programa, que
lleva por nombre Discovering Hands (Manos Descubridoras).
FUENTE 20 MINUTOS
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