San Pedro de Macorís
inició su existencia en el año 1822 cuando grupos que huían de la dominación
haitiana llegaron a esta comarca, una aldea llamada Mosquitisol.
Revisando al
historiador y cardiólogo Dr. Fermín Alvarez Santana acepta que la fundación se produjo en la margen
occidental del río Macorix, hoy Higuamo,
pero en 1846 los primeros pobladores de lo que hoy se conoce como “La punta” se
trasladaron a la margen oriental del río. Algunos procedían de la barriada de
San Carlos de la capital.
Hace 16 años que Sonia
Torres de Mallén y varios petromacorisanos activan un colectivo de bien social
llamado Fundación Gala 23.
La mayoría de ellos
aunque residen en la capital van en auxilio de su pueblo y se encargan de
labores humanitarias de gran trascendencia: con los ciegos, los sordos y los
diabéticos.
Ellos fundaron la sala
de fisiatría del hospital Carl T.
George; remodelaron casuchas destruidas por el Huracán George y dan vigencia a
los valores de los amantes de las Estrellas Orientales desde 1997.
Dafne Chalas, Kalil
Haché, Xiomara Binet, Antonio Zaleta y otros, siempre han estado disponibles
para ayudar.
Pero ¿por qué San Pedro
es tan emblemático?
Se ha dicho que la bonanza de los ingenios
azucareros que desde principios del siglo
pasado convirtió en los años 20 al “París Chiquito” como llegó a llamarse nuestra provincia. Esto
generó una importante emigración desde las islas del Caribe (los cocolos) y
desde el Lejano Oriente: Líbano , Siria y otros.
Detrás de la danza de los millones vinieron
españoles, puertorriqueños y de otras
naciones.
“Son del Ingenio” diría
el poeta de nuestra tierra don Pedro
Mir.
Ya Norberto James había
dicho en su emblemático poema “ Los Emigrantes”, que habían llegado con sus
arcos y flechas multicolores..
El Lunes pasado fui
invitado por mis compueblanos a
presentar el libro “San Pedro de Macorís: Colección de oro” que recoge
la historia de “Gala 23 “y una síntesis de SPM recopilada por el Dr. Fermin
Alvarez Santana, gran historiador.
Improvisé palabras que
me salían del corazón
Pensé en los cangrejos
caminando libremente por las calles.
Recordé los 100 “big
leaguers” que recorren el mundo debajo
de un pendón de caña y con el sabor a melao de su batey de origen.
Imaginé a un Pedro
González en la segunda almohadilla de los Yankees emulado ahora por Robinson
Canó.
Pero ¿y el primer
hidropuerto internacional: dónde estuvo?
¿Y las primeras
emisoras de radio, y los primeros periódicos en el país, dónde se producían?
¿Y la bella historia de
nuestro ateneo, nuestro ayuntamiento y los teatros operáticos?. Ahí Moran
Dominguez Charro, los hermanos Deligne y los Villegas.
Cuando Antonio Zaglul me contaba cosas de Luis E.
Aybar, Francisco Moscoso Puello y Carl Theodore George, me fascinaba.
¿Y don Frank
Comarazamy, y doña América y su hijo René Del Risco Bermudez, de dónde
son? ¿Le pregunto a Mauricio Báez?
¿Sabía usted que el correo,
el teléfono y el telégrafo llegaron temprano a una tierra bañada por ríos
y por mares como dirían los médicos de
allá Ariel Pérez Ubiera, Jesús Feris Iglesias y Carlos Juan Musa?
¡Oh Tomasito Binet ,
Cabo Cleto!, que hicieron del músculo, la velocidad y la humildad una vocación.
Caramba: ¡Olinda Del
Giudecci y Dolores Basora! Inolvidables profesoras que me tocó disfrutar.
¡Enhorabuena Macorís del Mar!
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