En 2014 este poema
sobre San Pedro de Macorís gano el primer lugar en un concurso de autores latinoamericanos en
Nicaragua.
SAN
PEDRO DE MACORÍS.
AUTOR: TONY PINA
Lejos van los tiempos
en que fuiste primera,
primera de muchas
primeras cosas del país,
San Pedro de Macorís...
y me pongo a contarlas,
y a pensarlas
y todas no puedo
recordarlas,
pero haré, sin embargo,
el ejercicio de la memoria olvidada
por la gratitud de
ciudad de inmigrantes que otrora fuiste tú;
a ver, enumeremos lo
que fuiste tú, San Pedro de Macorís:
Primer hidropuerto,
primer edificio de
hormigón,
primer concreto armado,
primera arquitectura
moderna aplicada con rigor,
primer acero lacerado
en el salitre,
primera calamina,
primera catedral de
estilo árabe,
primeros inmigrantes
árabes,
primeros colonos
cubanos,
primeras chimeneas,
primer teatro,
primeras locomotoras,
primera cartelera de
boxeo,
primeras musas,
primeras veladas,
primeros encantos de
tus tiendas y mercaderías,
primera destilería,
primer Guavaberry,
primeras alegrías,
primera literatura,
primera, repito,
primera arquitectura,
primera, vuelvo a
repetir, primera literatura,
primeros guloyas,
primeras carretas
cargadas del fruto de tus entrañas,
primeros bueyes
arreando precisamente esas carretas,
primeras cañas tendidas
al sol,
primeros obreros de
azúcar y alcohol,
primera mezcla de
inmigrantes y sudor,
primera resistencia,
primer grito contra el
yanqui invasor.
Pero ya, lejos, muy
lejos, van aquellos tiempos en que eras ciudad pionera de ciudades pioneras del
país
San Pedro de Macorís...
¿Verdad que sí, San
Pedro de Macorís?
O si no, si alguien aún
lo duda
Preguntémosle:
¿Qué han sido de tus
ingenios?
¿De tus quincallerías?
¿De tus tiendas?
¿De tu comercio, antes
tan activo y florido?
¿Y de tus inmigrantes
árabes venidos hasta ti con la sonrisa a flor de labios?
¿Dónde están tus poetas,
tus artistas, tus escritores, tu pintura, tu cultura?
¿Se fueron?
¿O también murieron?
Pero sigamos
preguntando por los que fueron
y, sin embargo, ya no
están,
sencillamente son tus
grandes ausencias,
tu desventura y tu
silencio.
Sigamos, San Pedro de
Macorís,
¿dónde están los
inolvidables Hermanos Deligne, Virgilio Díaz Ordónez, René del Risco Bermúdez,
Pedro Mir?
¿Se fueron también?
Vivo aún está, pero
tampoco está contigo, tu cocolo querido, Norberto James,
él, inmigrante como es,
también se fue...
Se fueron todos,
tus comerciantes,
tus obreros,
tu sonrisa,
tu alegría,
¿mataron también tu
orgullo, o se también se fue?
no lo sé,
sólo sé que se fueron
los fundadores del comercio,
de tus industrias,
de tu pujante economía,
los Iglesias, se fueron
los Zaglul, los Azar, los Feris, los Hazim,
y otros, muchos otros
más, se fueron también;
tus cocolos, tus
médicos, todos, todos se fueron,
hasta tu orgullo de
Serie 23.
¿Y tus alegrías, tus
calles repletas de gente y mercaderías?
¿tus guloyas, tus
bailes, tus foetes, tus cantos y sus niños corriendo al verlos pasar?
¿Dónde está todo ese
esplendor? ¿Se fue también?
¿Dónde van esos años
entre 1910 y 1915
en que marcaste el
desarrollo del país, San Pedro de Macorís?
la Danza de los
Millones,
la Tacita de Oro,
la Sultana del Este,
todos esos nombres que
eras y fuiste
San Pedro de Macorís,
¿No se acuerdan los
puertorriqueños?
¡ya no!, seguro que no,
no, seguro que se les
olvidó el corte de la caña en tus bateyes,
de los braceros por
necesidad, por subsistencia y por obligación,
no, ya no!
ya nadie se acuerda de
ti
¿Quién, dímelo tú,
ciudad triste y olvidada, dime quién, quién se acuerda de ti?
de tus chimineas ya
apagadas,
de tus calles hoy
tristes y desoladas,
de tus pujanzas y de
tus bonanzas,
de la ría cansina de tu
Higüamo,
de tus barcos y tus
embarques,
de tu alegría lejana,
de las sirenas de tus
ingenios anunciando el día,
anunciando el cambio de
la jornada;
¿Y de tus tiempos idos
a destiempo?
¿de tu pasado mejor?
¿de tus ancestros,
de tus mieles,
de tu azúcar,
de tus cañas,
de tus mujeres y de tus
inmigrantes,
de la alegría pintada
en cada rostro fabril?
o de tus angustias,
de tus letras hechas
fuego,
del mayor índice de la
economía del país?
nadie se acuerda, nadie
se acuerda de ti,
San Pedro de Macorís.
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