miércoles, 17 de febrero de 2016

ARTURO INDUSTRIOSO CRONISTA SERIE 23.

En las efemérides  de HOY, 6 de febrero de  2008, leo que se conmemoraba un aniversario más de que una estudiante negra rompía la barrera racial en la universidad de Alabama, hecho ocurrido en 1956. Eso me recordó  una vainita de la cual olvidé la fecha. Eso sí, era domingo en  la tarde. El dictador Rafael L. Trujillo se encontraba en su palco del hipódromo Perla Antillana, cuando se le acercó el canciller Porfirio Herrera Báez y le informó que el presidente Dwight D. Eisenhower había ordenado que el Regimiento 105 de Paracaidistas se trasladara a Little Rock para garantizar la integración racial en las escuelas. Trujillo se paró  y comenzó a despotricar contra los racistas norteamericanos. Violento como era su temperamento, el dictador dijo que tenía deseos de enviar un negro a Washington. Entonces quedó mirando, fijamente, a un periodista de color negro y alma blanca, Arturo Industrioso, quien cubría para El Caribe las actividades hípicas. Trujillo, subiendo el tono de su voz aflautada para que el discreto periodista le oyera, le dijo al canciller Herrera Báez que llamara “a consultas” al embajador dominicano ante la Casa Blanca pero que antes se designara a Industrioso como primer secretario de la misión y que al salir el jefe de ésta, convirtiera al reportero en Encargado de Negocios. Pero ahí quedó todo. Al día siguiente, el canciller Herrera Báez explicó al dictador que al país no le convenía, en esos momentos, tener a su embajador fuera de Estados Unidos y que enemigos del régimen, con influencia en el Congreso y en la misma Casa Blanca, podían interpretar el movimiento como una burla. Trujillo, que de bobo no tenía un  pelo, hizo caso a su canciller.  Eso evitó que un hombre bueno  como Industrioso se viera envuelto en situaciones enojosas.

ESCRITO POR MARIO ALVAREZ -CUCHITO-

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