A cuatro meses de las
elecciones, añoro los no muy lejanos tiempos de las encuestas. ¡Cómo extraño a
la Penn, la Gallup, la Greenberg y Asisa! ¡Ya no se producen los sorpresivos
disparos porcentuales de Dorin Cabrera y Leonardo Aguilera! ¿Cómo es posible que
ya ni se filtren “casualmente” las del empresariado y las de los yanquis? Es
insoportable que tengamos que conformarnos con Radio Bemba en voz baja. ¿Qué es
lo que pasa? ¿Será que alguna poderosa fuerza telúrica habrá barrido a todos
los encuestadores? ¿Será que a los próceres de la prensa diaria ya no les
interesa orientar a las masas de esta democracia?
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