sábado, 9 de enero de 2016

¿POR QUÉ NO ENTRÓ SAMMY?

HUGO LÓPEZ MORROBEL

Sammy Sosa acumuló estadísticas para sin ningún tipo de peros ser seleccionado para el Salón de la Fama de Cooperstown en la primera aparición de la boleta.

Cuando se mantuvo en disputa con Mark McGwire por el liderato de jonrones en Grandes Ligas, nadie dudaba, tras esas fieras batallas, que ambos tenían un puesto asegurado en el Hall de la Fama.

Sin embargo, en la medida que comenzaron a denunciar el posible uso de esteroides y otras sustancias extrañas, ambos cayeron en desgracia, aunque al dominicano nunca se le ha probado esa acusación.

El caso de Sammy, quien en la pasada votación del miércoles tuvo la “suerte” con el 7% de mantenerse en las papeletas, es bastante extraño, ya que ningún jugador en la historia al que no se le haya comprobado nada anormal se ha desplomado en un grado tan extraordinario en la percepción de los cronistas con derecho al voto.

Un jugador que por años se convirtió en el más popular del béisbol, de repente cae al precipicio, incluso entre sus propios compatriotas, pero siendo lo más llamativo, que perdió ese carisma hasta en su natal San Pedro de Macorís.
La pobre votación que sigue obteniendo en busca de ingresar a Cooperstown no sorprendió a nadie, era como una especie de “muerte anunciada”.

En el país, es mi opinión, Sammy baja su popularidad por el aislamiento que ha tenido en los últimos años con la población, aparte de que no ha desarrollado ningún programa social a favor de su pueblo.

Ese no es el caso de muchos otros peloteros, por citar solo los casos de David Ortiz y Pedro Martínez, quienes han realizado inversiones en obras y en programas de salud, en especial en sus comunidades de origen.

Es más, agrego que, la propia transformación de su físico (verse más blanco y otros tratamientos para mejorar su físico) se ha convertido en un rechazo de la sociedad.

Reitero que Sosa tiene las estadísticas para estar en el Salón de la Fama, pero esos factores lo han alejado de un público y de la prensa que en un momento dado lo consideró uno de sus máximos ídolos.

Este caso es bastante extraño, porque los fanáticos, e incluso los periodistas, adoran a sus héroes, y este ha tomado un giro que podría ser objeto de estudio de especialistas del comportamiento, es decir, sicólogos y sociólogos.

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