El Museo de Historia de
San Pedro fue fundado el día 02 de diciembre del año 2005, por iniciativa de
cinco petromacorisanos orgullosos de la tradición y la historia de su gente y
el desarrollo que en su día colocó a San Pedro de Macorís en la cima del
progreso nacional. El museo se convirtió en realidad, gracias al esfuerzo de
Juan Antonio Mateo, José Quiñones, Joel García, Danilo Perera y Orlando Doble
Nieves.
Las piezas que integran
su colección, pertenecieron a la colección privada de sus fundadores. Pero
también otros residentes del pueblo, se han acercado a donar objetos de interés
histórico, que le pertenecieron a sus familiares. El objetivo de los fundadores
del museo, desde sus inicios, fue que la cultura y la historia de San Pedro de
Macorís no se perdieran y contarlas a las nuevas generaciones, así como a los
visitantes del país y del extranjero.
La guía Carmen Dilia
Santos explica que los fundadores del museo, ante el orgullo que sienten por
haber sido San Pedro de Macorís la cuna del desarrollo dominicano, quisieron
fomentar la entidad para que todos conocieran la historia de la Sultana del
Este. Comenzaron realizando exposiciones en diferentes espacios, hasta que la
alcaldía municipal, donó los terrenos en los que funciona desde su fundación
hasta la fecha, en la calle independencia número 13.
Las instalaciones
constan de ocho salas a través de las cuales se va contando la historia
completa de San Pedro de Macorís. Una historia en la cual no faltan sus
primeros años, los hombres más destacados en las artes, las letras, el deporte,
el folclor, así como el punto de partida de la industria azucarera, que tanto
esplendor le brindó al país. Con orgullo, son presentados objetos que hablan
del crecimiento que fue experimentando esa ciudad a lo largo del tiempo. En el
patio del museo, se destaca el último coche que quedaba y que fue donado por el
alcaldía municipal, una cigüeña, donde los obreros se trasladaban de un lado a
otro. Las puertas de este museo están abiertas para grandes y chicos de martes
a sábado de nueve de la mañana a cuatro de la tarde de forma gratuita.
OCHO SALAS LLENAS DE HISTORIAS.
Las instalaciones del
Museo de Historia de San Pedro de Macorís, están divididas en ocho salas, en
las cuales, desde la entrada, se comienza a realizar un relato de la vida de la
provincia, por la cual inició el progreso del país.
EN ESTE ESPACIO, NO FALTA NADA.
El visitante conoce,
desde que llega, las primeras manifestaciones del progreso, las figuras del arte
y la cultura que han trascendido y han aportado con su obra a la grandeza del
pueblo.
SALAS.
El museo tiene ocho
salas, la primera está compuesta por las representaciones en imágenes de las
primeras instituciones que existieron en San Pedro de Macorís.
La segunda sala está
dedicada a Los Guloyas y todas las expresiones folclóricas de la ciudad.
En la tercera sala
pueden apreciarse los primeros aparatos telefónicos de la época.
La cuarta sala está
dedicada a los peloteros, (jugadores de béisbol) ya que la producción de
jugadores de béisbol es una de las características de este pueblo.
El quinto salón está
reservado a los escritores y poetas nacidos en San Pedro de Macorís.
La sexta sala
representa una pequeña área victoriana al estilo de los primeros años de la
provincia y una pequeña cocina, con utensilios de la época, al final una
pequeña galería con pinturas donadas por los artistas plásticos oriundos del
lugar.
LA DIRECTIVA.
Cada cierto tiempo, la
dirección del museo recae sobre uno de los fundadores, en la actualidad la
dirección la ostenta Juan Antonio Mateo, este mes concluye su mandato. Cada
dirección tiene dos años de duración.
En la actualidad, la
población de Macorís está compuesta en su mayoría por inmigrantes de diferentes
partes del país y de otra nacionalidad.
“Aquí casi no quedan
macorisanos netos, la mayoría se fue al extranjero, a la capital o se fueron a
trabajar a Punta Cana”, lamenta Carmen Dilia.
Otro de los grandes
atractivos en cuanto a piezas de exhibición, la constituyen los cangrejos, pues
eran tan abundantes en la zona, en un tiempo, que las personas los capturaban
sentados en el patio de sus casas, “el crecimiento industrial, fue secando los
manglares y con ello, poco a poco, fueron desapareciendo los cangrejos”, afirma.
El museo cuenta la
historia de los lugares y actividades que realizaban los jóvenes de antaño y
que fueron desapareciendo con el paso del tiempo.
En la actualidad, es
poco lo que la juventud del pueblo puede hacer en materia de diversión, aunque
van al Malecón, se quejan de que éste no es un lugar adecuado, pues carece de
higiene y seguridad.
La única ayuda
económica que recibe el museo, es de la alcaldía municipal.
El personal lo integra,
Carmen Dilia, guía y secretaria, y otra señora que está encargada de la
limpieza, a ambas les paga la alcaldía, los demás, incluyendo a la directiva,
son honoríficos.
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