YANIRIS LÓPEZ
SANTO DOMINGO, RD.- A
tres mujeres les debe el municipio de Consuelo la propulsión de su educación,
programas sociales y manifestaciones artísticas.
Misioneras canadienses
de la congregación Hermanas de la Inmaculada Concepción, Ana Nolan, Susana Daly
y Leonor Gibb se instalaron en 1959 en esta comunidad ubicada 12 kilómetros al
norte de San Pedro de Macorís para trabajar en programas educativos. Y también,
dice Leonor, “para traer armonía entre el dominicano, el cocolo y el haitiano
que residía en el municipio”. Allí
fundaron en 1969 la escuela Divina Providencia, una referencia académica y de
formación de maestros de la región Este que hoy acoge a más de 2,000
alumnos.
Sor Ana, a quien
siempre le gustó la música (tocaba el piano y otros instrumentos), formó el
coro de la escuela, con tan buena acogida a nivel nacional que el Club Rotario
de Canadá los invitó a una gira por ese país norteamericano. De ese recorrido
surgió la idea de construir la Casa de la Cultura.
“Ella decía: ‘Hemos ido
a Canadá a dar lo mejor de nosotros pero la comunidad no tiene un espacio donde
escuchar a nuestros talentos’”, comenta sor Leonor; y agrega que parte también
de la idea original era construir un salón de actos para las escuelas locales.
El Consejo Estatal del
Azúcar (CEA) les donó el terreno y con los fondos del Premio Brugal Cree en su
Gente 1996, que recibieron en la categoría Educación, comenzaron a construir el
edificio en 1997. Lo levantaron poco a poco con recursos provenientes de rifas,
actividades, donaciones y una subvención aportada por el Estado.
Cuando se inició la
construcción la gente decía que las monjas estaban locas, por levantar un
monstruo de edificación así en Consuelo, señala Catalina Reyes, miembro del
consejo de la fundación.
“Ninguna escuela tenía
salón de actos, pero cuando comenzamos a recibir ayuda sabíamos que en realidad
era el pueblo el que necesitaba un lugar como este. Y cuando la comunidad de
San Pedro comenzó a aportar también, caímos en la cuenta de que era una necesidad
de la provincia, y por eso quisimos hacer algo grande”, explica sor
Leonor.
El lugar ocupa unos
2,000 kilómetros cuadrados y fue diseñado por el arquitecto dominicano Miguel
Llodrá Haché.
Y aunque se encuentra a
medio construir, “es hoy el escenario principal de la cultura de Consuelo y del
Este, porque no hay una estructura regional al servicio de las comunidades como
esta”, dice Héctor Santana, vicepresidente de la fundación.
Y es la sede de la
exitosa Orquesta de Cámara de Consuelo. ¿Han escuchado la famosa versión en
violín del merengue Compadre Pedro Juan, interpretado por primera vez en 2006?
Es una creación de esta orquesta .
“Es que la música es
nuestro fuerte -afirma Carmen Díaz, administradora de la Casa de la Cultura-.
Hemos tenido estudiantes de Higüey, El Seibo, Hato Mayor y San Pedro. Impartimos clases de música popular y
clásica. También de teatro, pintura y ballet clásico y folklórico, con el apoyo
de la maestra Josefina Miniño, que es nuestra madrina”.
A la escuela de música
asisten 40 estudiantes y otros 25 forman parte del coro.
UN SUEÑO Y EL PREMIO
BRUGAL
“Queremos que la Casa
de la Cultura se convierta en el escenario de todos los eventos culturales y
artísticos de la región Este. Aquí funciona la Orquesta de Cámara y la escuela
de violín. Hay aulas habilitadas para enseñar. Queremos cultivar todas las
artes, que se den clases de pintura. Queremos que los estudiantes hagan aquí
sus presentaciones para el público. Porque una vez que se pueda desarrollar la
cultura, también mermará la corrupción en la comunidad”, apunta Santana.
Sueñan también con
formar una Orquesta Popular y ofrecer un bachillerato en Artes o Educación
Artística, para que los estudiantes aprovechen esos cuatro años de
formación.
Talento hay mucho,
sostiene, y para muestra menciona al reconocido pintor oriundo del municipio,
Nadal Walcot, y a los muchos egresados de la escuela de música que hoy imparten
docencia en centros privados y otras provincias.
La fundación Casa de la
Cultura compartió con la Asociación La 37 por las tablas de Santiago el Premio
Brugal Cree en su Gente 2015 en la categoría Arte y Cultura y el Gran Premio
George Arzeno Brugal.
Santana comenta que no
ven premio como de la Casa de la Cultura, “sino como el premio al trabajo de la
hermana Leonor por la cultura y la educación del municipio”.
“Sí –responde sor
Leonor-, pero con todos ustedes que me ayudan”. Sor Ana falleció en Canadá en 2007. La
hermana Susana vive en Canadá y se mantiene muy activa a sus 96 años. De la
congregación permanecen en Consuelo sor Leonor; sor Catalina Oshea, que trabaja
como maestra en los bateyes; y sor Natividad Rosa, enfermera y directora del
Centro de Salud Divina Providencia y de la residencia para ancianos San Lucas.
SE ACEPTAN
COLABORACIONES
Con los cambios de
gobiernos llegaron también los recortes a la subvención que recibía la
Fundación Casa de la Cultura y lo que reciben ahora apenas les alcanza para el
mantenimiento y la limpieza.
Milton Rodríguez y
Carmen Díaz, encargados de finanzas y de logística de la fundación,
respectivamente, dicen que el costo para terminar la edificación ronda los 16
millones de pesos (700, 0000 para concluir el techo).
De mantener activa la
entidad se encarga un consejo cuyos miembros trabajan voluntariamente. “Esta
fundación es privada pero está al servicio del pueblo. Las personas tienen el
deseo de ayudar pero no lo hacen como quisieran, de manera regular, porque también
tienen que cubrir sus necesidades. Para nosotros sería muy importante que el
Ministerio de Educación nos nombre a los maestros. Todo lo que deseen darnos
como colaboración lo aceptamos y lo administramos porque nuestro interés es
velar por la institución”, comentan.
La Casa se mantiene
porque los profesores tienen vocación de servicio, sostiene Carmen. Y su opinión la confirma Rainer Lewis, un
joven de 23 años que se formó en la escuela de música desde los 9 años y luego
de realizar estudios en la Academia Dominicana de Música y haber formado parte
de la Orquesta Nacional Juvenil, es
maestro voluntario en la Casa de la Cultura.
¿POR QUÉ AYUDAR?
Muchos no comprenden
bien la importancia de la cultura y del arte y son lentos para aportar, dice con
tristeza sor Leonor.
“Yo fui a un banco
pidiendo un patrocinio para una actividad y me dijeron que no, pero dentro de
poco vi que estaban patrocinando un juego de pelota aquí. Me gustaría que
estuvieran aquí cuando me siento a hablar con los muchachos que tocan el
violín. De sus vidas, de lo que les pasa. Cuando hablan del contacto que tienen
con su instrumento musical es algo que produce lágrimas. Me dicen: ‘Cuando me
siento triste solamente tengo que levantar el violín, y si tengo un problema
con mi mamá, con mi papá o con un amigo, el violín sabe suavizarlo’. Los
muchachos me dicen eso”.
FUENTE LISTIN DIARIO
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