sábado, 19 de diciembre de 2015

LA CASA DE LA CULTURA CONSUELO.

YANIRIS LÓPEZ

SANTO DOMINGO, RD.- A tres mujeres les debe el municipio de Consuelo la propulsión de su educación, programas sociales y manifestaciones artísticas. 

Misioneras canadienses de la congregación Hermanas de la Inmaculada Concepción, Ana Nolan, Susana Daly y Leonor Gibb se instalaron en 1959 en esta comunidad ubicada 12 kilómetros al norte de San Pedro de Macorís para trabajar en programas educativos. Y también, dice Leonor, “para traer armonía entre el dominicano, el cocolo y el haitiano que residía en el municipio”.    Allí fundaron en 1969 la escuela Divina Providencia, una referencia académica y de formación de maestros de la región Este que hoy acoge a más de 2,000 alumnos. 

Sor Ana, a quien siempre le gustó la música (tocaba el piano y otros instrumentos), formó el coro de la escuela, con tan buena acogida a nivel nacional que el Club Rotario de Canadá los invitó a una gira por ese país norteamericano. De ese recorrido surgió la idea de construir la Casa de la Cultura.  
“Ella decía: ‘Hemos ido a Canadá a dar lo mejor de nosotros pero la comunidad no tiene un espacio donde escuchar a nuestros talentos’”, comenta sor Leonor; y agrega que parte también de la idea original era construir un salón de actos para las escuelas locales.  

El Consejo Estatal del Azúcar (CEA) les donó el terreno y con los fondos del Premio Brugal Cree en su Gente 1996, que recibieron en la categoría Educación, comenzaron a construir el edificio en 1997. Lo levantaron poco a poco con recursos provenientes de rifas, actividades, donaciones y una subvención aportada por el Estado. 

Cuando se inició la construcción la gente decía que las monjas estaban locas, por levantar un monstruo de edificación así en Consuelo, señala Catalina Reyes, miembro del consejo de la fundación.

“Ninguna escuela tenía salón de actos, pero cuando comenzamos a recibir ayuda sabíamos que en realidad era el pueblo el que necesitaba un lugar como este. Y cuando la comunidad de San Pedro comenzó a aportar también, caímos en la cuenta de que era una necesidad de la provincia, y por eso quisimos hacer algo grande”, explica sor Leonor. 

El lugar ocupa unos 2,000 kilómetros cuadrados y fue diseñado por el arquitecto dominicano Miguel Llodrá Haché. 

Y aunque se encuentra a medio construir, “es hoy el escenario principal de la cultura de Consuelo y del Este, porque no hay una estructura regional al servicio de las comunidades como esta”, dice Héctor Santana, vicepresidente de la fundación.  

Y es la sede de la exitosa Orquesta de Cámara de Consuelo. ¿Han escuchado la famosa versión en violín del merengue Compadre Pedro Juan, interpretado por primera vez en 2006? Es una creación de esta orquesta . 

“Es que la música es nuestro fuerte -afirma Carmen Díaz, administradora de la Casa de la Cultura-. Hemos tenido estudiantes de Higüey, El Seibo, Hato Mayor y San Pedro.  Impartimos clases de música popular y clásica. También de teatro, pintura y ballet clásico y folklórico, con el apoyo de la maestra Josefina Miniño, que es nuestra madrina”. 

A la escuela de música asisten 40 estudiantes y otros 25 forman parte del coro.

UN SUEÑO Y EL PREMIO BRUGAL
“Queremos que la Casa de la Cultura se convierta en el escenario de todos los eventos culturales y artísticos de la región Este. Aquí funciona la Orquesta de Cámara y la escuela de violín. Hay aulas habilitadas para enseñar. Queremos cultivar todas las artes, que se den clases de pintura. Queremos que los estudiantes hagan aquí sus presentaciones para el público. Porque una vez que se pueda desarrollar la cultura, también mermará la corrupción en la comunidad”, apunta Santana. 

Sueñan también con formar una Orquesta Popular y ofrecer un bachillerato en Artes o Educación Artística, para que los estudiantes aprovechen esos cuatro años de formación.  

Talento hay mucho, sostiene, y para muestra menciona al reconocido pintor oriundo del municipio, Nadal Walcot, y a los muchos egresados de la escuela de música que hoy imparten docencia en centros privados y otras provincias.  

La fundación Casa de la Cultura compartió con la Asociación La 37 por las tablas de Santiago el Premio Brugal Cree en su Gente 2015 en la categoría Arte y Cultura y el Gran Premio George Arzeno Brugal. 

Santana comenta que no ven premio como de la Casa de la Cultura, “sino como el premio al trabajo de la hermana Leonor por la cultura y la educación del municipio”. 

“Sí –responde sor Leonor-, pero con todos ustedes que me ayudan”.   Sor Ana falleció en Canadá en 2007. La hermana Susana vive en Canadá y se mantiene muy activa a sus 96 años. De la congregación permanecen en Consuelo sor Leonor; sor Catalina Oshea, que trabaja como maestra en los bateyes; y sor Natividad Rosa, enfermera y directora del Centro de Salud Divina Providencia y de la residencia para ancianos San Lucas.

SE ACEPTAN COLABORACIONES
Con los cambios de gobiernos llegaron también los recortes a la subvención que recibía la Fundación Casa de la Cultura y lo que reciben ahora apenas les alcanza para el mantenimiento y la limpieza.

Milton Rodríguez y Carmen Díaz, encargados de finanzas y de logística de la fundación, respectivamente, dicen que el costo para terminar la edificación ronda los 16 millones de pesos (700, 0000 para concluir el techo).

De mantener activa la entidad se encarga un consejo cuyos miembros trabajan voluntariamente. “Esta fundación es privada pero está al servicio del pueblo. Las personas tienen el deseo de ayudar pero no lo hacen como quisieran, de manera regular, porque también tienen que cubrir sus necesidades. Para nosotros sería muy importante que el Ministerio de Educación nos nombre a los maestros. Todo lo que deseen darnos como colaboración lo aceptamos y lo administramos porque nuestro interés es velar por la institución”, comentan.  

La Casa se mantiene porque los profesores tienen vocación de servicio, sostiene Carmen.  Y su opinión la confirma Rainer Lewis, un joven de 23 años que se formó en la escuela de música desde los 9 años y luego de realizar estudios en la Academia Dominicana de Música y haber formado parte de  la Orquesta Nacional Juvenil, es maestro voluntario en la Casa de la Cultura. 

¿POR QUÉ AYUDAR? 
Muchos no comprenden bien la importancia de la cultura y del arte y son lentos para aportar, dice con tristeza sor Leonor. 

“Yo fui a un banco pidiendo un patrocinio para una actividad y me dijeron que no, pero dentro de poco vi que estaban patrocinando un juego de pelota aquí. Me gustaría que estuvieran aquí cuando me siento a hablar con los muchachos que tocan el violín. De sus vidas, de lo que les pasa. Cuando hablan del contacto que tienen con su instrumento musical es algo que produce lágrimas. Me dicen: ‘Cuando me siento triste solamente tengo que levantar el violín, y si tengo un problema con mi mamá, con mi papá o con un amigo, el violín sabe suavizarlo’. Los muchachos me dicen eso”.

FUENTE LISTIN DIARIO

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