MANUEL DÍAZ APONTE
Ocultarlo sería peor
porque es una realidad irrefutable, dolorosamente innegable aunque duela
admitirlo. Pero es así, San Pedro de Macorís se cae a pedazos.
Un “mercado municipal”
que más bien es una pocilga, verdadera vergüenza nacional generadora de enfermedades;
alcantarillado pluvial y sanitario limitado porque no llega a la mayoría de los
barrios; falta de agua potable en muchos sectores y los históricos y
emblemáticos edificios arquitectónicos desplomándose sumariamente.
Las aceras y contenes y
por supuesto las principales calles y avenidas están inservibles, aunque se
procedió a un barniz en el centro de San Pedro.
La oscuridad se expande
en horas de la noche no tan solo por las extensas tandas de apagones que nos
regala EDEESTE, sino porque además esta empresa no reemplaza las decenas de
bombillas dañadas constituyéndose en una efectiva contribución para el
incremento de robos y asaltos.
La Sultana del Este
prácticamente ha perdido su patrimonio cultural y esplendor, uno de los más
hermosos del país y de America Latina.
Hoy más que una ciudad,
es un espacio social que proyecta un ambiente de fantasma y no precisamente el
surrealismo fantasmagórico de aquella “ciudad” situada en las nubes de China
que atrae la atención mundial en los actuales momentos.
El Macorís del Mar que
languidece, que padece y que muere en el olvido como sus aguas marinas
contaminadas severamente por toneladas de desperdicios, incluyendo las
indeseables y molestosas algas marinas que invaden las costas de la Región
Este.
“Y Vuelve y Vuelve”…
El sindico Ramón
Antonio-Tony-Echavarría del Partido Revolucionario Dominicano lleva 15 años al
frente del Ayuntamiento Municipal y pretende seguir en el “carguito” en las
elecciones venideras, pero no ha sido capaz de construir un mercado decente
para los munícipes.
A comienzo de la década
del setenta en el gobierno de Joaquín Balaguer, se construyó el edificio que
aloja el mercado en el sector de Villa Providencia. Ahora allí las ratas,
vertederos de basura, inmundicias y las heces fecales se confunden entre los
víveres, las frutas, las carnes y los vegetales.
Para colmo la calle
Hermanas Mirabal que da acceso al fétido centro de expendios de alimentos
parece un camino vecinal tras ser levantado el pavimento por brigadas del
cabildo macorisano que procedieron a colocar tuberías cuyos trabajos aún no
terminan.
Las autoridades
municipales alegan que “no tienen recursos” para proceder a levantar un mercado
municipal digno como es merecedor San Pedro de Macorís. Sin embargo, se critica
que el síndico Tony Echavarría haya entregado once millones de pesos para el
acondicionamiento de una vieja estructura donde funciona la sede local de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
También que priorizara
la construcción de un edificio de cultura en vez de edificar primeramente un
mercado que garantice higiene y salud a los petromacorisanos.
Otra preocupación entre
los habitantes de San Pedro de Macorís es el deterioro progresivo de sus
atractivos y antiguos edificios coloniales, entre ellos, el emblemático
edificio Morey, en la calle Duarte, esquina Sánchez. En consecuencia, casas y
edificaciones de principio del siglo XIX están en el suelo y otras cayéndose a
pedazos.
Varias oficinas
regionales que operaban en Macorís fueron instaladas en La Romana, convertida
ahora en la “tacita de oro” del Este.
Ojalá que las decenas
de aspirantes al cargo de alcalde municipal para los comicios del 2016 que
exhiben orondos sus fotografías esparcidas por cada rincón de Macorís del Mar,
tengan las reales intenciones de ayudar a este histórico pueblo.
El cuadro desolador de
San Pedro de Macorís constituye un serio reto para las autoridades y
frustración para una población que observa atónita el deterioro acelerado de la
que fuera la orgullosa serie 23.
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