jueves, 16 de julio de 2015

EPIDEMIA DE ASALTOS. EDITORIAL LISTIN.

Estamos viviendo en medio de una peligrosa espiral de asaltos y robos que ponen en evidencia el fuerte descalabro de la seguridad ciudadana y la irrefrenable expansión de la delincuencia.

En los primeros meses de este año se han reportado ofi cialmente casi dos mil atracos y robos en residencias y empresas, y no hay indicaciones de que esta tendencia haya aminorado.

Las imágenes captadas por cámaras de seguridad en distintos ambientes han permitido conocer las múltiples formas que emplean los delincuentes para sustraer y hasta matar a sus víctimas, casi todas realizadas por personas que parecen tener la sangre fría y el control del miedo y, sobre todo, destreza y experiencia.

Si no fuera por el auxilio que brinda esta tecnología, muy en uso en negocios, residencias y ahora en calles y avenidas, estos atracos y homicidios quedarían en la impunidad.

Las cámaras han permitido a las autoridades identifi - car a delincuentes, registrar modalidades novedosas del quehacer criminal y reconstruir episodios que ayudan a encontrar pistas y complicidades.

Pero en la medida en que por redes sociales se difunden imágenes en vivo de estos episodios, en esa medida vemos refl ejar la situación de inseguridad en que nos encontramos y el alto nivel de operatividad de los delincuentes.

No hay dudas de que vivimos en medio de una epidemia de asaltos.

Y que las autoridades, por sí solas, no tienen toda la capacidad para enfrentarlos o evitarlos, sino que se requiere de mayor uso de tecnología, como la de las cámaras de seguridad, sistemas de alarma para protección de vehículos, hogares y empresas, por lo que estas tecnologías deben ser favorecidas con precios adecuados para que se masifi que su uso.

El sistema 9.1.1 también ha hecho una buena parte de la contribución porque a través de sus cámaras se verifi can transgresiones en el tránsito, ataques a personas y se logra, en algunos casos, dar seguimiento electrónico a sospechosos de incurrir en delitos.

La ciudadanía tiene que seguir cooperando, como lo ha hecho en las redes sociales, para poner al desnudo esta realidad de peligro en que estamos inmersos, y la justicia también debe de corresponder, con mano dura, al imperio de un sistema sin impunidades ni indulgencias perniciosas frente a los delincuentes.  

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