Manuel Díaz Aponte
En medio de la cotidianidad
y esfuerzo individual que representa hoy en día la lucha por la
supervivencia aquí o en cualquier parte
del mundo, probablemente la mayoría de los dominicanos no ha podido reflexionar
sobre las implicaciones y gravedad que representa que grupos extranjeros,
específicamente haitianos se estén dando a la tarea de ultrajar progresivamente
nuestra Bandera Nacional.
Y es lo mismo que
decir, una bofetada y un irrespeto imperdonable hacia uno de nuestros
principales símbolos patrióticos, que
nos identifica como nación que tiene su Constitución y sus leyes propias de un Estado organizado.
Es en la práctica una
burla y una desconsideración hacia la República Dominicana, la nación que mayor
solidaridad y protección brinda a los haitianos que vienen hasta nuestro
territorio para alcanzar mejores niveles de vida.
¿Qué se busca con esas
acciones vandálicas que hieren nuestra dignidad? Y más aún, ¿Quiénes están
detrás de esas groseras e inaceptables provocaciones?
Preocupa que las
autoridades judiciales del país no hayan actuado con la serenidad y rapidez que
amerita el caso disponiendo de una exhaustiva investigación para dar con los
autores materiales e intelectuales de este crimen contra nuestra identidad como
nación.
No es la primera vez
que grupos de haitianos que viven en el país, se involucran en la perversa
acción de quemar, patear, orinar y defecar sobre nuestra Bandera Nacional. Y lo hacen con saña y con evidente
determinación, lo que evidencia que no se trata de un hecho aislado y fortuito.
El hecho más reciente
ocurrió en la Semana Santa, concretamente el Viernes Santo, en la localidad de
San Víctor, municipio de Moca, provincia
Espaillat, mientras los haitianos realizaban un ritual de vudú.
Sobre esa bochornosa
profanación el fiscal mocano, José Aníbal Carela, informó que se encuentran
avanzadas las indagatorias que realizan sobre el particular, en cuya labor
participan agentes de la Policía.
En diciembre del pasado
año, el alcalde del municipio de Santa Lucia
de la provincia de El Seibo, Jhossan Capell, denunció que un grupo de
haitianos izaron la bandera haitiana al tiempo que quemaron la de República
Dominicana, acción realizada en rechazo a la sentencia 168-13 emitida por el
Tribunal Constitucional.
La impresión es que
esos hechos vandálicos no han sido asumidos por las autoridades judiciales con
la seriedad investigativa que ameritan.
Imaginémonos lo que
ocurriría si un grupo de emigrantes dominicanos queman la Bandera de Estados
Unidos o de Francia. No solamente serian apresados y condenados sino igualmente
expulsados de esos territorios.
La sociedad dominicana
no puede seguir contemplando pasivamente la vulneración, burla y
desconsideración a uno de nuestros símbolos patrios más emblemáticos.
En consecuencia, las
autoridades judiciales y policiales están en el deber de investigar y actuar
severamente contra los responsables directos e indirectos de esas acciones que
ofenden nuestra soberanía y dignidad como país.
No creo que sean
simples hechos aislados las ofensas y
ultrajes a la Bandera Nacional, y es probable que se escondan detrás las
manos de las adineradas ONGs pro haitianas que operan en el país en un plan
premeditado contra el interés nacional.
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