SANTO DOMINGO, RD.-
Hatuey De Camps afirma que no ha salido del Partido Revolucionario Dominicano
(PRD) y la división de esa organización la atribuye a las ambiciones personales
de dos empresarios, Hipólito Mejía y Miguel Vargas, quienes si no llegan a una
unidad mínima el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) seguirá en el
gobierno.
El escenario para las
elecciones de mayo de 2016 lo vislumbra sin la participación del presidente
Danilo Medina buscando la reelección, una convicción que tiene, la cual ha
fortalecido con la promesa que le ha hecho el mandatario en dos encuentros.
La crisis que atraviesa
el PRD la resume en que a ese partido llegó un equipo de odio, de malquerencia,
de envidia y de egoísmo. “De gente que llegó al PRD por generosidad de Peña
Gómez (José Francisco, líder histórico del PRD) y lo que hizo fue, en lugar de
defender al PRD, anteponer sus intereses privados”.
De Camps, quien
pertenece al PRD desde cuando tenía 11 años de edad y ya tiene 66, creó el
Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) luego de fuertes contradicciones
en el 2004 con el entonces presidente Mejía por su decisión de aspirar a la
reelección.
Las bases del PRD son
víctimas de los intereses del liderato del PRD, y su deseo es que se llegue a
la unidad, precisó.
“Yo no he salido del
PRD, cuando fundé el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) dije que
había que preservar al PRD, no hemos salido”, manifiesta en entrevista a Listín
Diario. De Camps indilga a las torpezas
y los errores cometidos por el PRD el hecho de que el PLD se mantenga en el
Gobierno.
“Y esto es lamentable
porque hasta los sectores con recursos económicos saben que la gobernación de
un solo partido no es buena”, puntualizo.
La brillantez que le
atribuyen al PLD y específicamente a algunos exgobernantes, no es tal, según el
dirigente, quien ve en gran parte han sido negadores de las enseñanzas de Juan
Bosch, pero afortunadamente Medina ha tratado de volver sobre los pasos de
Bosch, lo que es positivo.
En cambio, al
expresidente Leonel Fernández le atribuye actitud faraónica, manejo
irresponsable en los recursos del Estado y endeudamiento público.
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