SAO PABLO, BRASIL.- La próxima vez que se encuentre atrapado en un embotellamiento
maldiciendo su suerte y pegándole con impaciencia al volante, deténgase a
pensar por un instante en la tortura diaria que sufren los conductores de la
mayor ciudad de Brasil, una de las peores del mundo en cuestiones de tráfico.
Aquellos que viajan a diario en carro para ir del trabajo a la casa en
la ciudad de Sao Paulo saben que los viernes por la noche son una pesadilla.
Ese día las filas de autos que tratan de ingresar o salir de la ciudad
pueden extenderse por 180 kilómetros. Y si se trata de un muy mal día, dicen
los ingenieros de tráfico locales, la cola puede alcanzar hasta cerca de 300
kilómetros de largo.
La carretera está cubierta de luces rojas que se prenden y se apagan a
medida que los conductores avanzan y frenan de forma constante en un viaje que
puede demorarse varias horas.
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