De la ciudad para el campo, ahora es a ritmo de Perico Ripiao.
Una de las plazas más complejas para la presentación de los grupos musicales del país en el pasado era San Pedro de Macorís. Así lo atestiguan los llamados líderes del merengue del pasado y sus manejadores, que cuando venían a presentarse, lo hacían con el temor de fracasar. Por el agudo oído musical de la gente de aquí.
Hemos tenido el privilegio de ver en los escenarios a grandes luminarias de la música tropical y el bolero, desfilar por diferentes aforos de la Serie 23. El caso mas representativo es Juan Luis Guerra, que paso un largo tiempo de su carrera en sus inicios, presentándose solo en Santo domingo, Santiago y San Pedro de Macoris.
En ese tiempo poca gente valoraba el talento y la calidad de este grupo 440, que todas las veces que vino a San Pedro al Restaurant Burruñe y Disco Adultos Night Club, logro llevar una considerable cantidad de público. Ni hablar de salseros, merengueros y baladistas, que incluyeron a esta ciudad en su itinerario de presentaciones.
Pero de un tiempo a esta parte, hay una involución musical en San Pedro de maorís un poco extraña. Fíjense ustedes que de las grandes compañías de óperas y zarzuelas internacionales que se presentaron aquí en la época de esplendor del Teatro Colon y otros escenarios. Nos adaptamos a los más refinados grupos musicales, solistas y magistrales espectáculos. Somos ahora seguidores del Perico Ripiao.
El Perico Ripia, es la música de nuestros campos, ejecutada con instrumentos rudimentarios en el pasado: Tambora, Marimba, Güira y Acordeón. Más recientemente ha sufrido una metamorfosis para adecuarse más a la preferencia urbana. Hace poco los ingenieros, los maestros y los abogados estuvieron celebrando a ritmo de esta música vernácula.
Para muestra basta un botón, cada semana varios establecimientos ofertan bailables con los Pericos Ripiaos. Gremios, asociaciones y otras entidades que agrupan a profesionales están contratando estos grupos músicales para sus actividades festivas. De ahí que la involución musical es una realidad, ya no se cepilla y se pasea en la pista con el colín y el puñal.
Ahora es, con el traje y la corbata. Es como reza el merengue aquel “Vamos de la ciudad pal campo”.
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