Por Manuel Díaz Aponte
En la ciudad de San
Pedro de Macorís no quedó un árbol, todo era alegría y celebración de un pueblo
que disfrutaba hasta más no poder el triunfo de su equipo, Las Estrellas
Orientales. La última vez fue en la temporada 1967_1968, es decir, ya se
cumplieron 45 años.
Y ahí está la sincera,
abnegada, sacrificada, fiel y coherente fanaticada verde a la espera de otro
campeonato que sería el tercero del conjunto en la época de la pelota moderna
en el país. El primer campeonato de Estrellas Orientales fue obtenido en 1954.
“Los fanáticos de
Estrellas Orientales se tiraron a las calles a festejar su primer título de la
era moderna del béisbol dominicano. Los paquidermos derrotaron al Licey en
cinco partidos, 4-1.”, describe Iván Ottenwalder en una crónica de la época. Fuente:
periódico El Caribe de agosto del 1954. Archivo General de la Nación.
Las fotos difundidas de
esa histórica celebración hablan por sí sola, la población de San Pedro de
Macorís desbordante de alegría tirada a las calles gritando, cantando, bailando,
gozando y disfrutando a todo dar ese acontecimiento. Niños, jóvenes y adultos
con ramos en las manos, árboles, hojas, banderas, gorras, sombreros y cualquier
otro objeto que simbolizara el color verde estaba incluido para animar la
fiesta.
La segunda corona
ocurrió en el torneo de 1967_1968, precisamente cuando era un niño de diez
años. La imagen de esa segunda celebración no la olvidamos, y hoy existe la
frustración entre algunos miembros de mi generación de no poder volver a
disfrutar otro campeonato antes de que nuestro ciclo de vida física
concluya.
Los clásicos coches de
San Pedro, que en ese entonces era la alternativa de movilidad de la clase
media y hasta una parte del segmento más acomodado por aquello de que había muy pocos vehículos en la
ciudad, fueron convertidos en
carrozas adornadas de flores y
hojas verdes.
Siendo un infante junto
a nuestro difunto padre, Juan Díaz Hernández, aplaudíamos hasta el delirio en
el Estadio Tetelo Vargas aquellas excelentes jugadas y enormes batazos de los
jugadores.
La primera vez que las
Estrellas Orientales terminan en primer lugar fue en la temporada 1967-68, bajo
las riendas del cubano Tony Pacheco, ganaron 38 partidos, perdieron 19 y se
proclamaron campeones al derrotar en la serie final a los Leones del Escogido
5-3. Esta fue la última corona verde.
Esa poderosa novena de
1967-68 tenía a Hal King, cátcher; Rafael Batista, 1B; Félix Santana, 2B;
Rigoberto Mendoza, 3B; Ted Kubiak, SS y los jardineros Ron Davis, José Vidal
Nicolás, Ricardo Carty y Chico Ruiz,
El pueblo gritó a viva voz, "Estrellas Campeón” y el
estelar lanzador Larry Dierker, se convirtió en el Jugador Más Valioso de la
serie y Tony Pacheco junto al inmenso Rico Carty, líder de bateo del torneo,
con promedio de 350, eran aclamados por la multitud en el Estadio y luego en
las calles y avenidas petromacorisanas en el desfile de celebración. ¿Por qué
San Pedro de Macorís no ha vuelto a saborear otro Campeonato de Béisbol
Profesional? Hay varios culpables de esa situación.
En primer lugar, los
dueños del conjunto verde que no les interesa llegar a la meta final del
clásico porque su único interés es clasificar para así equilibrar sus finanzas
o ganancias. De ahí, que en la serie del “todos contra todos” no contratan jugadores
de calidad de los equipos descalificados.
En segundo lugar, los estelares jugadores de Grandes Ligas
oriundos de la Sultana del Este que no dan la cara por su equipo y que cada año
irrespetan a la fanaticada verde anunciando que van a jugar para finalmente no
hacerlo, como ocurrió en esta ocasión con Robinson Cano y Alfonso Soriano.
En tercer lugar, la
falta de una gerencia moderna que incluya una efectiva comercialización del
equipo de las Estrellas Orientales.
Y en cuarto lugar, la
falta de nuevos atractivos y promociones que motiven que el fanático acuda con
mayor frecuencia al Estadio Tetelo Vargas. Aquí no existe ni siquiera un museo
que recree la trayectoria del conjunto y sus jugadores más emblemáticos.
El fanático macorisano
siempre respalda su equipo demostrando ser fiel a su insignia verde, mucho más
que sus propietarios y jugadores y han sido precisamente los que hasta ahora
impiden que el conjunto de Estrellas Orientales pase a la zona oriental de
Santo Domingo, como desde hace un tiempo vienen promocionando algunos cronistas
deportivos. Que conste que desde que nos
apagaron y bajaron las chimeneas de los ingenios azucareros de esta legendaria
provincia, cualquier otra cosa puede suceder.
Las Estrellas
Orientales representan un ícono para San Pedro de Macorís y sería muy doloroso
que desaparezcan del firmamento oriental. ¡Brillan Las Estrellas!, como
elegantemente lo expresa el excelente narrador y comentarista deportivo,
Ernesto Kranwinkel.