Pocos hombres en la
Historia de España han hecho tanto por su patria y, sin embargo, han caído en
tan triste e incomprensible olvido, como el Almirante Blas de Lezo. Un hombre
con una vida épica como pocas que nada tendría que envidiar a la de los
protagonistas de las más trepidantes superproducciones de Hollywood.
La clarividencia y el
arrojo de Blas de Lezo, manco, tuerto y cojo, con sólo seis navíos a su
disposición, conseguiría salvar a su país del mayor desembarco conocido hasta
entonces, sólo superado por el de Normandía, doscientos años después. Sin
embargo, ni siquiera se sabe dónde está enterrado.
los ingleses, seguros
de su victoria ante su superioridad numérica, no tuvieron en cuenta el
brillante historial de este marino guipuzcoano e incluso antes de la batalla
acuñaron una medalla conmemorativa de la toma de Cartagena de Indias.
Ese puerto iba a ser la
puerta de entrada que conduciría a la corona británica al dominio de toda
América y la expulsión absoluta de los españoles. Sin embargo, el ataque,
llevado a cabo en 1741, se topó con una defensa valiente, inteligente y eficaz
que humilló a Inglaterra y prolongó un siglo la potencia naval y territorial de
España en el Atlántico.
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