MANUEL DÍAZ APONTE

La distorsión
exhibida por el diario español El País en contra del contenido de la Sentencia
del Tribunal Constitucional merece el rechazo de toda la población dominicana,
porque nadie tiene derecho a inmiscuirse en asuntos soberanos de una nación.
¿Por qué el
propio premio Nobel de Literatura no exhibe la misma pasión que tiene en sus
reflexiones contra la República Dominicana, asumiendo una postura digna de
recordarle a Estados Unidos, Francia y Canadá que han incumplido las promesas
de ayudar a los haitianos tras el terremoto que devastó a Puerto Príncipe, el
12 de enero del 2010?
En el plano
local, hay que advertir que las pasiones están en niveles muy elevados y se
debe evitar una confrontación física entre los que defienden la Sentencia del
Tribunal Constitucional y aquellos vinculados a las organizaciones pro
haitiana. Entre gentes civilizadas y adultas por demás debe primar el respeto y
la consideración.
Hay acciones de
violencia en Loma de Cabrera, municipio de la provincia Dajabón, donde
haitianos dieron muerte a un agricultor lo que ha levantado la furia entre los
dominicanos que en grupo salieron a las calles a demandar la expulsión de los
extranjeros. Es un cuadro muy preocupante y reflejo directo de hacia donde
podrían dirigirse los enconos.
Muchos de los
haitianos residentes en el país son delincuentes con delitos penales pendientes
de ser juzgados y condenados en su territorio.
Esta semana en
Puerto Príncipe, se espera una reunión de los países integrantes de la
Comunidad del Caribe (CARICOM), donde se anticipa que habrá una resolución de
condena a la medida adoptada por el Tribunal Constitucional dominicano. El
propio presidente de Haití, Michel Martelly, desde Kingston, Jamaica, adelantó esa
posibilidad.
Sin embargo, los
dominicanos debemos mantenernos firmes en la defensa de nuestro territorio, de
nuestra dignidad y decoro como país sin importar quien esté de acuerdo o no con
la valiente Sentencia.
Al margen de las
pasiones exhibidas por los representantes de las entidades pro haitiana que
operan en la República Dominicana, se me ocurre preguntar: ¿Cuál sería la
postura de esos sectores si llegara a estallar un nuevo conflicto armado entre
los dominicanos y los haitianos?
Hay gente que
con su irracional actitud están tal vez sin pensarlo llevando a los dos países
a una confrontación de una dimensión inimaginable. Los haitianos están entre
nosotros por todo lado y armados con machetes, pistolas y mochas, metido entre
la sopa, como diría un ciudadano común del pueblo.
La mayoría de
los que defienden a los haitianos en el país saldrían corriendo y los más
afortunados se irían en un avión, especialmente hacia Estados Unidos y Europa.
Entre éstos, estarían aquellos empresarios que traen a los haitianos para
pagarles sueldos de miseria en labores agrícolas, sector construcción y áreas
de servicios.
Y una vez más
seria el pueblo, el heroico y valiente pueblo dominicano que tendría que
defenderse de sus enemigos internos y de los invasores que sueñan con unificar
el territorio de República Dominicana con Haití. ¡Que Dios nos proteja ante
tanta irracionalidad y falta de patriotismo!
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