MILENIO CALIENTE EN NEW YORK

domingo, 25 de noviembre de 2012

LOS HERMANOS DELIGNE POETAS.

DEL LIBRO: ETERNA COMPAÑERA.
 AUTOR SERGIO CEDEÑO.

GASTÓN DELIGNE es un prócer nacional. El mejor poeta de todos los tiempos de la República Dominicana. Su cuerpo descansa en el Panteón Nacional. Desde muy joven hasta su muerte, vivió en San Pedro de Macorís. El 18 de enero del 1913 se cumple un centenario de su muerte. En homenaje a este extraordinario hombre, escribí el siguiente cuento histórico titulado Venga la muerte. Espero sus comentarios.

VENGA LA MUERTE.

Cuando Rafael Deligne recibió el diagnostico médico que lo declaraba enfermo de lepra mutilante, su hermano Gastón quiso morirse. La enfermedad era incurable y quienes la padecían, aislados y estigmatizados socialmente. Gastón se dijo asimismo, que jamás conviviría con un padecimiento tan horrible. Prefería cualquier desenlace en su vida, antes que ver su cuerpo horadado por permanentes surcos purulentos.

Desde el primer día, Gastón se negó a que Rafael fuera recluido en el leprocomio de San Lázaro. En su niñez, vivieron a poca distancia de ese espantoso lugar, y sabían que aquello era un almacén de almas rotas y cuerpos destrozados, donde la tristeza, el dolor y la soledad acompañaban siempre a los enfermos.

Alquiló una casa para alojarlo, poco después de presenciar cómo se le caía un brazo, podrido por la enfermedad. La escena fue horripilante. El brazo yacía en el suelo, mugriento y calcinado por las llagas. La angustia, la impotencia y las lágrimas, se apoderaron de los presentes.

Aquella última noche en que Rafael permaneció en la casa de su madre, Gastón volvió a dormir con él. Quería que sintiera su calor solidario. En la madrugada, al amparo de la oscuridad, realizaron la mudanza. Apenas una cama, una mesa, una silla de ruedas, una vasinilla, una cubeta de aluminio, un juego de cubiertos, dos platos, dos vasos, dos tasas, algunas prendas interiores, una silla de guano y sabanas blancas, integraban todos los ajuares. Lo recuerdo bien porque yo personalmente hice la mudanza.

- Aquí estarás cómodo-, le dijo Gastón a Rafael, al dejarlo instalado en su nuevo hogar. -Vendré todos los días a visitarte y he coordinado con Evangelina Rodríguez quien diariamente te bañará y curará.-

Rafael sonrió levemente, y su diminuto cuerpo, consumido por la enfermedad, se escondió en la silla de ruedas, como se esconde un molusco en el caracol. Al abandonar aquella casa, Gastón se detuvo en la puerta de entrada y tras de sí, dejó un letrero con su inequívoca decisión:"No se aceptan visitas".

                                         CONTINUARA.

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