viernes, 27 de enero de 2012

DESHOJANDO PARADIGMAS 

Elecciones: anemia perniciosa y fisuras políticas.

POR CANDIDO MERCEDES.
La democracia nuestra, sistemática y permanentemente, deriva cada vez más en una plutocracia; donde la ausencia de la equidad electoral en la campaña electoral produce en su origen, en las elecciones mismas, su  falta de legitimidad.
Una Campaña Electoral costosísima, por el dinero y por el tiempo que ha conllevado, sin que todavía oficialmente se haya abierto. Una  clara  ausencia de institucionalidad, donde realidad, humor y caricatura, se constituyen en una misma cosa. Desde hace alrededor de un año, los partidos políticos están en campaña, sobre todo, los dos grandes del Sistema de Partidos; donde campaña interna y externa es la misma cosa.

 Será el 20 de Febrero cuando "oficialmente" el organismo oficial para ello "abrirá" la Campaña Electoral, esto es, 90 días antes de las elecciones. Previamente, millones y millones de dinero  se han gastado en la  búsqueda por el poder.

Todavía la Junta Central Electoral no ha abierto la Campaña y la gente se encuentra atosigada y adocenada, en una campaña que no despierta la mínima ilusión en el electorado y los principales candidatos  lucen  agotados en sus discursos, no tomando en cuenta la esencia y prioridades fundamentales de la sociedad.
Lo que se advierte  en las encuestas que hemos tenido la oportunidad de ver y estudiar, es que la  gente reclama y llama a un cambio. A  un cambio  de gobernar. La sociedad, a través de ese importante instrumento de trabajo que son las encuestas, expresan una radiografía social que demanda: Una actitud  diferente con la corrupción; una clara decisión más proactiva con la seguridad ciudadana y un mayor mecanismo  de control con el desorden institucional, en el cumplimiento de las leyes.

Las encuestas vienen retratando la problemática de lo social, que se verifica en el escenario de la desigualdad, de la marginalidad, de la exclusión. Los anhelos, pues, de una parte significativa del pueblo se encuentran en poder bosquejar una ilusión que se concretice en sus necesidades, en sus prioridades, que ejemplifique su  razón  de ser.
La imagen atractiva para el posicionamiento de un candidato en estas elecciones, trasciende el discurso y la lozanía que un candidato pueda vender y tener. En ella, más que el cuerpo doctrinario del candidato, lo que envuelve ahora, es el perfil altamente definido de los candidatos. El momento político, nos dicen las encuestas, no  es un encuentro con el pasado; es la búsqueda de soluciones aquí y ahora con el presente. Es una clara comprensión de que la estabilidad macroeconómica, el crecimiento, son necesarios, imprescindibles, pero no suficientes. Se requiere ir más allá y las encuestas así  lo señalan

La necesidad de traducir el crecimiento en desarrollo humano, que significa una mejor distribución de la riqueza; que pasa necesariamente, por más y mejor educación; por más y mejor salud; por más viviendas para los sectores carenciados; por más acceso al agua potable. Las  encuestas  me señalan como Consultor,  que la sociedad  requiere de verdaderas Políticas Públicas que signifiquen ser más consecuentes socialmente. 
No es posible que desde el Estado se propicie construir apartamentos como los  que están en la Avenida Luperón y que lleva el nombre de Villas Progreso, como una burla a una sociedad tan carenciada, tan pobre. En un modelo social  de mercado, la responsabilidad entre lo público y lo privado, esta construcción era de una clara responsabilidad del sector privado.
Es una vergüenza que en nuestra sociedad prevalezca todavía en el siglo XXI, un analfabetismo de un 10 %  en personas en edades  entre los 15 y 29 años. Que el 29% de las personas entre 15 y 29 años no terminan la educación básica y que el 69% de las personas entre 20 y 29 años no llega  a la Secundaria. Nuestro país es el segundo de 33 países con el mayor nivel  de desigualdad  social.
Por eso, la agenda en  esta Campaña Electoral es SOCIAL- INSTITUCIONAL. Ejes vitales del desconcierto y ausencia  de los gobiernos  del Dr. Fernández Reyna. El pueblo, en mis  recorridos, conocimientos de las encuestas y sondeos propios, reclama de un candidato que se posicione como comprometido con los pobres. El candidato que se haga más creíble frente a los electores, finalmente, ganará independientemente del pasado. ¡Es el presente que viven y sienten y esto es propio de la naturaleza humana!

Esa es la demanda de un pueblo que no quiere hipotecar su seguridad y su alegría; por ello, más allá  de la  retórica y de lo saturado en que se encuentra  frente a una campaña electoral  tediosa, con falta de imaginación, con poca ilusión; empero, con deseo de que se cambie la forma de gobernar. De ahí que, el tejido conectivo de las elites de la sociedad, del poder que  trasciende el poder político,  deberían involucrarse más en todo lo que concierne  a la vida  INSTITUCIONAL en  esta Campaña Electoral.
Toda la sociedad organizada debería reclamar  alrededor de lo institucional, de lo que debe ser de acuerdo a las normas y a una sana convivencia humana, no importa quien o quienes violen éstas. Ello  así, porque  estas elecciones, más allá de la falta de ilusión; implica, no sólo un CAMBIO, sino al mismo tiempo que ellas serán las más competitivas de las últimos 6 elecciones que se han llevado a cabo en los últimos 12 años.
Estas elecciones, cuya caracterización medular es que sufren de anemia perniciosa, traerá consigo, si las elites, si los poderes fácticos no  asumen  responsabilidades, fisuras políticas profundas, que pueden degenerar en una grave crisis. Las ventanas porosas institucionales dejan traducir sus vientos. Los actores institucionales reflejan una   obsequedad, a través de los egos, que retumban, produciendo  una desarmonía  entre las formas y los contenidos.
Como sociedad, debemos de advertir esos sonidos que comienzan a subvertir un pasado que creíamos  superado, pero que ahora, en estas elecciones, emergen con una clara irrupción atropellante, que puede propiciar una verdadera fisura política y en la sociedad. Lo que  está en juego, más allá del partido que gane, es una nueva distribución del poder, con  nuevas instancias  en la  estructura de poder; nuevos mecanismos en los resortes del poder; lo que inevitablemente, se traducirá, en unas nuevas relaciones  en la dinámica  de las elites políticas en sus distintos roles.

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