sábado, 6 de marzo de 2010

RECIENTEMENTE EL GOBIERNO DOMINICANO INAUGURO EL PUENTE GUIDO GIL DIAZ, EN HONOR AL PERIODISTA Y ABOGADO. EL PERIODISTA REGINALDO ATANAY LE DEDICO ESTE ARTICULO.
“Guido, como toda gente con espíritu de sacrificio, era persona de una sola línea, y había adoptado la práctica de salir en defensa -ante los tribunales- de obreros que tenían problemas con patronos. Justo en ese menester fue que perdió la vida.”

Queens, N.Y. (Atanay.Com).-Ahora que el presidente Leonel Fernández acaba de inaugurar un puente sobre el río Soco, en San Pedro de Macorís, bautizándolo con el nombre de Guido Gil, la figura de Guido se presenta en nuestra mente… tal como la solíamos ver, cuando trabajábamos juntos: delgado, bien trajeado (cosa que nosotros nunca hemos podido hacer) risueño, con sus gafas y… amante -exageradísimo- de lo justo.

No es que trabajáramos para la misma empresa, pues Guido laboraba para el periódico El Caribe, y nosotros para el periódico La Nación. Y ambos, en representación de esos periódicos, cubríamos las incidencias que se producían en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, en la bien querida ciudad de Santo Domingo de Guzmán, Primada de América.

Guido, a veces, no quería ni que le dijeran periodista. Abogado y buen periodista, era un estudiante permanente y un buscador de lo justo para enseñarlo, y practicarlo él mimo, por lo que en ocasiones decía que no podía considerarse periodista, sino aprendiz de ese oficio citando, en ocasiones, a otros periodistas criollos que hicieron historia en el quehacer del apunte, la tecla y la tinta.

Vivía Guido en el segundo o tercer piso (ahora no podemos precisar cuál de los pisos) del edificio que está en la avenida Independencia esquina a la calle Doctor Delgado, frente a donde estuvo el Instituto Greg, de doña Rosa de Herrera.

En el primer piso del edificio, había un restaurante chino, cuyo nombre era El Dragón… El edificio estaba a no muchos metros del Palacio de Justicia, y más de una vez le dijimos a Guido: “al terminar de cubrir los casos de aquí, puedes ir a tu casa y echar una siesta.”

Y es que El Caribe, es un periódico de la mañana, y La Nación, lo fue de la tarde, por lo que nosotros sí debíamos darnos prisa, para que nuestras notas salieran publicadas a tiempo. En lo de abogacía, Guido hizo una especialidad en asuntos sindicales. Y en ese afán, fue que lo secuestraron y lo asesinaron.

Ya había ingresado al Movimiento Popular Dominicano (MPD) un grupo político creado en La Habana, y auto identificado como marxista-leninista.

Nosotros no estamos en armonía con el marxismo-leninismo. Ni con el marxismo “pelao”, que era la ideología confesa el ex presidente Juan Bosch. A nosotros, algunos sectores “avanzados” nos tildan de “reaccionario”. Eso… “eso e’ paja pa’ la gaisa, como diría Juan Goico Alix.

Pero el MPD, siempre nos ha simpatizado; principalmente, por su historia de sacrificio. Creemos que ese partido jugó un papel asaz importante en el cambio de sistema de gobierno, cuando la Era de Trujillo. Fueron gentes, sus integrantes, corajudas; muchachos a quienes les importaba un carajo perder sus vidas, con tal de desarrollar un trabajo sincero, en procura de provocar cambios políticos y sociales.

Y creemos, de corazón, que el más principal líder de ese movimiento, lo fue Máximo López Molina, quien luego medio se asqueó por ciertas gentes, y decidió quedarse donde está, en París.

En aquel tiempo (in illo tempore, como dirían las escrituras latinas) Máximo vivía, con su familia, en la calle Estrelleta, entre las calles Arzobispo Portes y José Gabriel García, en el barrio de Ciudad Nueva, en Santo Domingo. Nosotros vivíamos en una manzana más adelante, en la calle Cambronal, entre las calles ya citadas.

Guido, como toda gente con espíritu de sacrificio, era persona de una sola línea, y había adoptado la práctica de salir en defensa -ante los tribunales- de obreros que tenían problemas con patronos. Justo en ese menester fue que perdió la vida.

No vamos a seguir hablando del tema. Quisimos decir esto, sólo para que Guido, en el otro lado de la vida, sepa que siempre lo recordamos. Con cariño. Y con admiración.

Meditación.

Hay tiempo suficiente para que te propongas avanzar en tus propósitos. Eso de invocar la tardanza es un pretexto pusilánime. ¡Ahora es el tiempo! La vida nos pone en bandeja de colores las oportunidades que podemos usar para nuestra conveniencia. Todo depende de la confianza que tengamos nosotros en la Vida. Y en nosotros mismos.

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