
¿Qué es el mundo de hoy sino la cristalización de muchas utopías o “sueños inalcanzables”? En estos tiempos reina mucho pesimismo. Y la gente se pregunta si hemos perdido el rumbo o si no sabemos en realidad cómo cambiar las cosas en una sociedad que, al perder sus valores fundamentales, parece disociada, dislocada o paralizada en la incertidumbre.
Si nos quedamos quietos, en un muro de lamentaciones o rumiando nuestros desalientos, atrapados en la inacción o la desesperanza, el país no podrá avanzar hacia los objetivos que verdaderamente debemos alcanzar con una actitud hacia el cambio positivo.
Es posible hacer el cambio. Sólo hay que proponérselo. El secreto está en decidir y asumir que ésta será la actitud y el compromiso que desde hoy guiará nuestro trabajo y definirá nuestras metas, con Dios delante.
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