Los ministerios de
Medio Ambiente y Salud Pública deberían tomarse muy en serio la responsabilidad
que tienen de controlar la contaminación por ruidos como causa de atrofia del
oído y trastornos del sistema nervioso.
Los resultados de numerosos estudios concluyen
en que nuestras ciudades, con la capital en primer orden, generan niveles de
ruido perjudiciales para la salud en sentido general.
La más reciente
advertencia sobre los peligros del exceso de ruidos la hace la Sociedad Dominicana de Otorrinolaringología,
al afirmar que la contaminación sónica a
que estamos sometidos determinará un aumento de las enfermedades auditivas en los
próximos años.
Las autoridades ambientales y sanitarias están
en el deber de aplicar normas para disminuir los niveles de ruido y prevenir de
esa manera los perjuicios que ese tipo de contaminación provoca en la salud.
EDITORIAL DEL PERIODICO HOY.
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