Los contrastes económicos de la República Dominicana, que
tienen el sello de la desigualdad, son plasmados en un amplio reportaje
publicado en la versión mexicana de la revista Forbes, en el que se trata de
explicar cómo el país de América Latina con mayor crecimiento sostenido tiene
el 40% de la población sumida en la pobreza.
Geizel Torres, autora del trabajo, toma como punto de partida
la frase “República Dominicana lo tiene todo”, con la que se promueve
internacionalmente el país, y la contrasta con la paradoja de ser “el rico más
pobre” a partir de datos del Banco Mundial presentados en febrero de este año.
La periodista hace la salvedad de que las inequidades son un
problema de Estado, no de un gobierno en particular. A continuación sus
planteamientos.
Contrastes. Este país es una de las economías
latinoamericanas de más rápido crecimiento en la última década, y las
perspectivas de crecimiento para este año son muy positivas.
Se proyecta que la economía crezca un 3.9%, esto significa
que los vaticinios superan las expectativas de 2013 cuando solo se alcanzó un
2.5%, pero las buenas noticias siguen y se vislumbra un 2015 aún mejor.
Además, un sector fundamental para la economía, como lo es el
turismo, está en su época de “vacas gordas” pues se espera un incremento del 8%
para este año.
Sin duda, este es el resultado de políticas de promoción
acertadas y de una cuantiosa inversión en infraestructura que ha venido a
potenciar el sector.
Pero a finales de febrero el Banco Mundial (BM) presentó un
informe que pone en perspectiva la paradoja de ser “el rico pobre” de la
región. El tema no es nuevo para las organizaciones no gubernamentales que
estudian el comportamiento de la economía dominicana, ni tampoco es un asunto
que se limita a un gobierno, sino que es un problema de Estado.
El remonte que tuvo la economía luego de la crisis económica
de 2003-2004 que empujó a miles de dominicanos a la pobreza, no ha podido
subsanarse y desde entonces se arrastran cifras en desarrollo humano que opacan
los logros alcanzados.
El 40% de los dominicanos son pobres a pesar de tener
habilidades o activos para generar un ingreso mayor.
Entonces, ¿dónde está el problema? El BM lo resume en una
sola frase: “No hay conexión entre el desarrollo alcanzado y el desarrollo humano”.
Esta situación preocupa a muchas organizaciones no
gubernamentales y estatales que ven en la incapacidad de distribuir la riqueza
una inmensa piedra en el zapato con el que se avanza hacia el desarrollo.
Para Rita Mena, Coordinadora de Desarrollo Humano del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las brechas
existentes son muy grandes si las comparamos a nivel internacional, pero a lo
interno, deberían preocupar más.
En el Distrito Nacional se encuentran los mejores índices de
desarrollo humano, mientras que a unos cuantos kilómetros al Norte, en la
provincia de Monte Plata, la situación es distinta.
“El contraste entre el desarrollo del Distrito Nacional y
Monte Plata se replica en prácticamente todo el país. Hay vacíos importantes de
acceso a educación, salud y saneamiento básico; y lo que termina agravando aun
más la situación es el mercado laboral”, asegura la experta.
Y es que cerca del 83% de toda la población dominicana gana
menos de 33,000 dólares que es el salario base para descontar impuestos sobre
la renta, lo que quiere decir que no solo un gran porcentaje de la población
devenga ingresos bajos, sino que el Estado tampoco percibe ingresos por
impuestos.
Además debemos sumarle el gran porcentaje de la clase
trabajadora que se encuentra en el sector informal, y que según las cifras
oficiales supera el 50%. La mayoría no cuenta con ningún tipo de protección, no
tienen seguro médico, ni acumulan fondos de retiro y en muchas ocasiones el
salario se establece sin ninguna consideración sobre el costo de vida.
El salario, un espejo. La parte del ingreso es precisamente
una de las piezas claves en el tema de desigualdad. Veamos este ejemplo: el BM
señala que una persona vive en estado de pobreza cuando sus ingresos diarios
son menores a 4.70 dólares por día; o sea 108 dólares al mes.
Hasta julio de 2013, con el nuevo ajuste salarial
implementado por el gobierno, los empleados que trabajan para empresas pequeñas
tienen un salario mínimo de 157 dólares.
Quienes devengan este sueldo, viven en una franja altamente
vulnerable a la pobreza o llegan a tener episodios de pobreza transitoria.
Para Mena, la situación laboral es muy preocupante y el
problema se agudiza cuando se analiza el tema de género, ya que las mujeres
pueden ganar entre un 22% y 50% menos que los hombres, aun teniendo niveles
similares o más altos de educación.
Pero esta desigualdad no solo se hace presente en el formal o
informal, a nivel del aparato estatal pueden observarse grandes diferencias
salariales en una misma institución.
“Los problemas vinculados al estancamiento que tenemos en
desarrollo humano están vinculados, en gran medida, a la situación laboral”,
dice.
La falta de acceso de servicios públicos de calidad es otro
causante de la desigualdad. A pesar del avance en el gasto en educación, otras
reformas urgentes como en sector salud se han retardado y no han sido
priorizadas en la asignación de recursos.
Problema de Estado. Muchos de estos cambios tienen un costo
político que no muchos quieren asumir. Según Mena, uno de los primeros pasos es
revisar las políticas fiscales.
“Se necesita la implementación de una política fiscal que
apunte a la redistribución, además de analizar estructura del sistema tributario
y la incidencia del gasto”.
También queda mucho por hacer en cuanto a la transparencia,
la sostenibilidad y el fortalecimiento de las instituciones del Estado “y por
supuesto el combate a la corrupción, que son temas que vienen a fortalecer la
confianza de los ciudadanos en el Estado”.
Calidad del gasto. Asimimos, hay que determinar si el gasto
está llegando verdaderamente a la parte de la población que más lo necesita, ya
sea en proyectos de inversión o programas sociales.
Además determinar la incidencia de estos programas en la población,
de modo que se pongan más recursos públicos en los que impactan positivamente a
la población y reconvertir o eliminar los proyectos que no son efectivos.
“No podemos ser pesimistas y decir que no lo podemos lograr,
hemos dado pasos importantes: por primera vez el país cuenta con una estrategia
nacional de desarrollo y se han logrado consensos en temas vitales”, apunta
Mena.
Si no lo hacemos, la cohesión social que debe existir para
empujar el desarrollo del país se pierde. De hecho, un informe del PNUD indica
que no corregir la desigualdad puede traer consecuencias serias. Obstaculiza el
desarrollo económico y se estancan los índices de bienestar social, y puede
llegar a debilitar la vida democrática, como se ha visto en otros países.
FUENTE PERIODICO HOY
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